ME DIRIJO A VOSOTROS
Los dones del espíritu tienen que ser utilizados si deben cumplir su propósito y también traigan más dones al destinario. Sólo en la transmisión de los bienes espirituales recibidos reside el derecho a absorber nuevos bienes; de lo contrario, seguirán siendo bienes muertos, sin efecto alguno para el receptor mismo ni para sus semejantes. La riqueza espiritual es un don del amor de Dios; debe despertar el amor y transmitirse una y otra vez en el amor; Es el agua viva que debe seguir fluyendo imparablemente si debe despertar de nuevo a la vida, a la actividad en el amor.
Para poder recibir los bienes espirituales, el humano debe ser activo en el amor … El ofrecer y transmitir los bienes de lo alto es un acto de caridad, el humano se preocupa por la salvación de las almas que aún languidecen en las tinieblas, y las necesidad espiritual de éstas le impulsa a traerles luz … Entonces la riqueza espiritual no quedará sin efecto, tanto para el dador como para el receptor, mientras que un don que no se transmite pierde el valor y tampoco hará tan feliz al destinario si su amor por los semejantes disminuye. Los dones divinos son tan preciosos que no pueden pasar desapercibidos, y si se ofrecen a una persona enamorada, entonces su posesión debe hacerla feliz y en su felicidad debe sentir también el impulso de compartirse, de transmitir el don divino también a otros.
Debería impulsarlo a una diligente actividad amorosa … para iluminar el estado mental de los semejantes … debería alentarlo a irradiar más y más luz en las tinieblas, y de ese modo aumentará su deseo de recibir dones espirituales y hacerlo alegre y feliz. Los humanos pueden ser ricos en tesoros espirituales siempre que no los guarden para sí mismos, sino que los distribuyan y así aumenten su riqueza. Pero tan pronto como decaen en su actividad amorosa, también se estancan en recibir los dones de lo alto, porque Dios les da y mide como ellos mismos miden y están dispuestos a dar. Y es por eso que un don divino no puede tener ningún efecto en otros humanos porque no lo utilizan porque no quieren distribuirlo, incluso si lo reconocen y ellos mismos se sienten afectados curativamente por él.
Pero su amor es inadecuado y, por lo tanto, sus corazones no son un buen suelo donde las semillas pueden brotar y dar fruto. Y es por eso que se debe trabajar constantemente con los dones del espíritu que fluyen hacia los humanos desde arriba. El arroyo no debe secarse en la arena; en todas partes los dones del espíritu deben recibirse con el corazón abierto y seguir transmitiéndolos con amor. Entonces todos podrán refrescarse con el agua de la vida, su espíritu de amor se inflamará, y la actividad amorosa constante será el resultado que garantizará la recepción de nuevos dones espirituales. Y por eso deben trabajar diligentemente todos aquellos a quienes el amor de Dios trae bienes preciosos, deben trabajar constantemente y tratar siempre de ganar nuevas almas, a quienes lo ofrecido trae luz, para que las tinieblas espirituales sean eliminadas, para que los humanos mismos puedan sentir el efecto de lo que el amor de Dios les ofrece …
Amén